POR: Fernando Román Díaz
El próximo mes de abril, el STUPIMICH deberá convocar a elecciones para renovar el
Comité Ejecutivo y todos aquellos afiliados que “creen que ya les toca”, empiezan a cuevear para jalar agua a su molino y de esa manera obtener las simpatías de una base, que más que por convicción legítima, se encuentra condicionada a pertenecer a ese organismo espurio, debido al hostigamiento y las amenazas de las autoridades universitarias.
Armando Rangel, el actual secretario general, desconoce que la finalidad de un sindicato es la defensa de los intereses económicos y laborales de los asociados y no el enriquecimiento personal y la protección indiscutible del patrón; aspectos que definen el plan de trabajo del oscuro dirigente.
Durante todo el periodo oscurantista de Rangel Díaz, no ha existido pronunciamiento de ninguna especie para denunciar los atropellos de Raúl Cárdenas Navarro, en detrimento de la economía de los trabajadores. Hoy, en la recta final de su periodo, sus secuaces más allegados empiezan a desmarcarse de su persona, porque se encuentran en una evidente planificación de estrategias que les conduzcan a conformar una o varias planillas que les permitan obtener el triunfo en el proceso electoral que se avecina.
No debemos perder de vista a la señora Leticia Aguilera, que se encuentra muy activa promoviendo su persona a través de los cientos de afiliados que acarreó al organismo. Es evidente que la señora Aguilera Villanueva pretende posicionarse y derrocar el reinado de Armando Rangel, de quien ha recabado importante información sobre sus propiedades inmuebles, además de participar activamente en las redes sociales de funcionarios como Orépani García, a quien no deja de alabar, con la clara intención de mandar a las autoridades un mensaje de sumisión, tal como ha ocurrido con la actual dirigencia de ese sindicato y ratificar la continuidad del charrismo.
Tal parece que las horas de Armando Rangel, al frente del STUPIMICH, se acercan a su fin, porque personajes de su ralea solamente pueden rodearse de entes similares, como Aurelio, Adolfo, Abraham y Juan de las pitas, quienes estarían dispuestos a vender hasta su propia madre.
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