Pátzcuaro, Mich.-como todo el territorio nacional, también tiene problemas de inseguridad que preocupa y ocupa a las autoridades municipales; con un problema tan extendido, lo raro seria que no lo hubiera; desafortunadamente el centro del debate público sigue siendo la falta de una estrategia adecuada para enfrentar con éxito a la delincuencia en todo el país; y el grave daño que se le hace a nuestra democracia cuando hay omisión o complicidad del estado mexicano o de algunos sicarios de la información morbosos que les gusta denostar o distorsionar la realidad.
Parece imposible que haya alguna estrategia que funcione para terminar con los grupos violentos que siguen sembrando el terror en el territorio nacional; los delincuentes parecen invencibles. En el pasado reciente, en varias entidades el crimen organizado gobernaba de facto; hoy en día, ya lo hace de forma institucional y sigilosamente siguen conquistando territorios por el camino de la legalidad, a través de partidos políticos u ocultos en organizaciones de la sociedad civil (ONGÉS) con reconocimiento oficial, en un paulatino proceso de putrefacción del estado mexicano que nos arrastra vertiginosamente a una inocultable descomposición social.
Las cosas han empeorado tanto que nada se mueve sin la autorización del señor, los aspirantes a cargos políticos ya saben que no es suficiente la base social ni el espaldarazo de las cupulas de los partidos que los postulan, para competir y llegar a la recta final de las campañas, incluso, a sabiendas que perderán la elección. Son obligados a escoltar al bueno.
No han sido pocos los candidatos o presidentes municipales en todo el país, que han sido paralizados para que no hagan campaña o asesinados por no pactar; o, por negarse a entregar recursos a delincuentes o espacios en las estructuras municipales, principalmente obras, tesorería y seguridad pública que son las más codiciadas; de tal suerte que, para salvarse ellos y su familia, los ediles prefieren negociar de rodillas ante la impotencia de poder enfrentarlos. Los partidos se asombran cuando asesinan a sus militantes, pero con un morbo siniestro los convierten en mártires invocando a la condolencia social para sacar raja política.
Los alcaldes en casi todo el territorio nacional están abandonados a su suerte. Algunos se ven ante la imposibilidad de ejercer su gobierno apegados a los marcos normativos y desempeñan su función bajo un estado de alta vulnerabilidad; todo mundo sabe quiénes son, dónde viven y a cuál escuela van sus hijos, incluidos los delincuentes; adicionalmente, son altos los niveles de infiltración; y por si fuera poco, la debilidad de su equipamiento y estado de fuerza los pone francamente en estado de indefensión.
A lo largo de los años, los criminales, además de saber cómo invisibilizar su dinero también aprendieron muy bien las técnicas camaleónicas del camuflaje para seguir operando con impunidad con protección oficial o sin ella(algunos incluso con fuero); las estrategias promovidas por la DEA en complicidad con los diferentes presidentes a lo largo de los últimos 100 años, ha sido un fracaso; el consumo de estupefacientes en México y en USA ha ido en aumento a pesar de las alternancias políticas; no ha sido suficiente la detención de grandes capos ni el combate desde la reacción policial, ya ni decir de los abrazos y no balazos; acciones tras de las cuales siempre se ocultaron acuerdos en lo oscurito entre capos y negociadores del gobierno de Estados Unidos para canjear impunidad por información; por la parte mexicana los elementos de negociación siguen siendo gobernabilidad y corrupción, pero nunca la intención de extinguirlos mientras sean aliados. Dice el pueblo sabio que los del PRI fueron los jefes, los del PAN los aliados, esperemos que los de MORENA no resulten ser los peones. ¿y los ciudadanos? como siempre; las víctimas.
Lo cual, les ha permitió pervivir por décadas y expandirse a nuevos territorios. Hoy en día ya no hay entidad de la república que esté libre de grupos criminales, algunos con presencia regional y otros con presencia nacional e internacional.
¿Pero quiénes son los responsables además del gobierno?, ciertamente la criminalidad es un tema multifactorial y complejo, pero hoy me ocupare de los partidos que son los filtros principales y el primer peldaño para llegar al poder público.
Los partidos políticos (de todos los colores); no acostumbran bajar la cortina a candidatos lúgubres permitiendo a sus dirigentes un manejo pervertido de las membresías; tampoco las autoridades electorales actúan con objetividad; voltean para otro lado ante documentados fraudes electorales y elocuentes transgresiones a la ley, o se muestran reacios para aceptar reformas, que frene, en primera instancia, este peligroso proceso de descomposición de la vida pública.
La obviedad con que actúan los partidos no resiste un análisis somero ni deja lugar a dudas de los Intereses creados en su vida interna a la hora de tomar decisiones; la corrupción es un componente imprescindible de su modus operandi y los ubica fuera del interés supremo de la sociedad y del espíritu democrático de nuestra constitución.
Se puso de moda fundar partidos políticos como negocio, con el único objetivo de crear burocracias doradas y mayorías ficticias que empoderan a minorías por encima de su capacidad electoral; en esencia han perdido el espíritu constitucional de garantizar a las mayorías derechos democráticos; el sectarismo está en el ADN de los liderazgos formales como un mal consuetudinario. Carece de lógica que los partidos políticos hablen de austeridad, pero permiten que sus dirigentes vendan candidaturas y sus candidatos compren el voto y sean los responsables directos del encarecimiento y prostitución de nuestra democracia.
Todos los partidos en sus documentos básicos dicen defender principios democráticos, pero algunos dirigentes llevan décadas haciendo lo contrario, convertidos en caciques de las membresías partidarias que son de los ciudadanos; viviendo con privilegios de las prerrogativas y del chapulineo. Hay otros impresentables que desde el clandestinaje los siguen manejando como empresa familiar quitando y poniendo dirigentes a modo y tomando decisiones para seguir ordeñando la ubre y vivir sin trabajar.
Dentro de la actividad parlamentaria se han hecho normales los debates con discursos exacerbados, aderezados de transparencia, soberanía y democracia; incluso, cuando han faltado las palabras para fortalecer su narrativa, han llegado al extremo de desvestirse en tribuna para convencer de la nobleza de sus intenciones; no obstante, sus hechos los desnudan con innegable contundencia cuando se trata de administrar bienes ajenos. Hágase señor tu voluntad en los bueyes de mi compadre.
Los endebles mecanismos de control del gasto de los partidos políticos y la corrupción galopante permiten a los dirigentes dar un manejo discrecional a las prerrogativas, lo cual propicia insuficiencia de recursos para campañas; obligando a los candidatos a empeñar su proyecto con aliados de cualquier catadura.
Son tan altos los niveles de prostitución de las campañas que los partidos ven el voto ciudadano como mercancía; en cada proceso electoral los candidatos requieren más recursos para competir; más aún, si pretenden ganar. La célebre frase de político sin dinero pobre político se eleva a categoría de realidad cruda y angustiante cuando los votos te dan la victoria y te la arrebatan en tribunales, hasta dónde llega la mano generosa de los mercenarios de la política.
ojalá el “arquitecto” harfuch construya mejor el segundo piso porque los temblores en Washington no merman y las olas expansivas están pegando fuerte en palacio nacional. Hasta la próxima.
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