POR: Efraín Barrera Medrano

El nivel de importancia que siguen escalando los hechos de Ayotzinapa sucedidos la noche del 26 de septiembre del 2014, es quizás menor de la masacre del 2 de octubre de 1968, pero igualmente terrible por el contexto en que sucedió y por su impacto socio-político; se convirtió en un punto de quiebre en la relación del gobierno de Enrique Peña Nieto con el pueblo de México, por ser un hecho deleznable de violencia extrema y deshumanizada.

Por lo que se ha estado difundiendo en medios, estos abominables hechos   se le salieron de control al estado mexicano y prefirió encubrirlos, escondiendo lo que de verdad sucedió antes, durante y después   de la ejecución de 43 jóvenes de la normal de entre 18 y 25 años de ese municipio guerrerense, propinándole una herida profunda a México que 8 años después permanece sangrando.

Los nuevos datos arrojados por la comisión de la verdad encabezada por Alejandro encinas, luego de haber escudriñado por 4 años en las profundidades de los expedientes además de  retomar y establecer nuevas líneas de investigación, tira por los suelos a la verdad histórica del ahora detenido murillo karam  y emerge a la superficie lo que de facto ya se decía y que la opinión pública nacional e internacional suponía: que fue un artilugio para encubrir la responsabilidad del estado y garantizarle a EPN terminar su sexenio.

Debió ser la primera vez o quizás la única en todo su periodo de gobierno, que el presidente Enrique Peña Nieto se vio frente a una aterradora disyuntiva; cuando, sin duda, le informaba su secretario de gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, de la tragedia de los estudiantes e involucramiento del grupo delictivo guerreros unidos coludidos con autoridades de los 3 niveles de gobierno incluidos mandos castrenses.

Por un lado, agrupar a los diferentes cuerpos policiales y militares acuartelados y articular una estrategia  para  liberar a los estudiantes secuestrados con todo y lo que implicaba enfrentarse con delincuentes  bien armados incluyendo policías y algunos de los suyos, que a mi juicio debió  ser lo más responsable y conveniente; y por el otro, la más cobarde y cruel decisión: borrar toda evidencia y construir una verdad a modo para lavarse la cara y culpar a la delincuencia organizada  y a las autoridades locales del municipio de iguala, al fin y al cabo eran perredistas, y eso, significaba arrancar testimonios torturando y  desapareciendo testigos y evidencias físicas.

Pero vayámonos por partes; el argumento que los estudiantes boicotearían el informe de la presidenta del DIF esposa de abarca más que verdad parece una patraña que no reviste los componentes que justifique  un crimen de tal naturaleza, y si no obstante, fue una amenaza suficiente para que el presidente municipal de iguala diera la orden que los ejecutaran ¿Por qué 10 días después 6 de ellos aún permanecían vivos bajo resguardo de un alto mando militar y tampoco aparecieron? significa entonces que también las estructuras castrenses locales estaban bajo las órdenes de este delincuente.

Se dice también, que los delincuentes que los interceptaron desconfiaban que estuvieran infiltrados por los rojos (un grupo rival). Lo que hacen normalmente los sicarios es dispersar los cuerpos en bolsas o en cobijas o simplemente ejecutan con tiros de gracia y no importa que el mundo se entere, es más, hasta dejan narco-mensajes en cartulinas sobre los cuerpos, es decir, ellos no cuidan las formas ni les importa la pulcritud, y suponiendo sin conceder que este hubiese sido el móvil entonces ¿quién ordeno que desaparecieran los cadáveres o a quien podría perjudicar esa evidencia física?

Desde mi humilde experiencia en estos temas,  solo existe una respuesta: los responsables intelectuales no les convenia una escena del crimen porque la primera evidencia física y la más importante en un asesinato es el cuerpo y desde ahí puede desprenderse una investigación científica; el procedimiento y objetivo de estos procesos es  preservar la evidencia física porque desde ahí  se genera información confiable que ayuda en la investigación con altas  posibilidades de éxito, y eso, no hubiese permitido convertir al basurero de Cocula en una escena del crimen ficticia donde presumiblemente fueron quemados para justificar la inexistencia de  cuerpos e inventar la gran mentira en la que convirtió la verdad histórica.

Se deduce, por tanto, que Las razones para torcer la verdad en estos hechos fueron en gran medida el encubrimiento de la elite política y militar del régimen priista de la época (algunos todavía muy vigentes) y preservar el statu quo del viejo régimen de corrupción, privilegios e impunidad; estaba en riesgo la prematura caída de una tele novelesco gobierno que había llegado de forma muy cuestionada al poder.  el pueblo y las humildes familias de los estudiantes era lo que menos importaba.

Fue muy aterrador para el gobierno de peña, la idea de un velorio tumultuario de 43 jóvenes estudiantes ejecutados con la complacencia del estado, acomodados en el mismo número de ataúdes frente a palacio nacional con un zócalo enardecido; ¡Imagínese nomas! Esto hubiera sido un escándalo mundial y una tragedia irreversible para su gobierno. Era más fácil desparecerlos de la faz de la tierra y mentir; así se salvaron ellos apuñalando por la espalda a las madres de los asesinados y traicionando al pueblo de México. Obviamente no se imaginaron que perderían el poder y la verdad saldría a flote. Ya se percataron que no hay crimen perfecto, mas temprano que tarde el destino los alcanzó.

Este asunto debe llevarse hasta sus últimas consecuencias caiga quien caiga para que nunca más vuelva a suceder; la sociedad mexicana tiene sed de justicia, han sido muchos los agravios; el gobierno de AMLO tiene la responsabilidad histórica de regresarle la esperanza a los mexicanos y reivindicar a la institución más importante que tenemos los mexicanos: la SEDENA; que ha sido utilizada indebidamente en diferentes momentos de nuestra historia para reprimir al pueblo.

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