POR: Juan Guevara Mendoza
Apenas ayer denunciamos el relax vacacional del rector y ya ha sacado su cabeza hueca del escondrijo para difundir y anunciar las “intensas gestiones” que se encuentra realizando para obtener recursos que le permita cubrir el aguinaldo de los trabajadores universitarios, cuya falta violenta el Artículo 87 de la Ley Federal del Trabajo, que señala el 20 de diciembre como fecha límite para su pago.
Raúl Cárdenas, conjuntamente con Silvano Aureoles, a través de una videoconferencia gestionan recursos extraordinarios, implorando encarecidamente a Luciano Concheiro, para que otorgue el dinero de un presupuesto deficitario aprobado desde enero. La respuesta de la federación no se conoce, sin embargo el rector asegura que posiblemente se libere alguna cantidad para pagar a los trabajadores universitarios.
No sorprende el protagonismo de Cárdenas Navarro, quien no deja pasar ninguna oportunidad para colgarse de cualquier mérito ajeno y salir a la luz pública para anunciar sus “logros” y ocultar su deficiente capacidad como rector. Raúl Cárdenas tiene que entender que pagar a los trabajadores administrativos y académicos no es ninguna gracia, sino una obligación jurídica de quién funge como representante legal de la institución.
Es curioso observar las declaraciones del rector, que hablan de los salarios de diciembre y los aguinaldos, pero nada dice sobre la ayuda sindical, retenida desde diciembre de 2019, a consecuencia de un capricho. Hoy no existen pretextos para pagar esta prestación; sin embargo, Cárdenas Navarro no ha dado la cara para dar una explicación sobre los motivos de continuar reteniendo la prestación, una vez que ha recibido el Padrón de Socios del SUEUM, que ponía como candado para seguir lucrando con el dinero de los trabajadores.
Raúl Cárdenas se siente intocable porque se considera inmune a la acción de la justicia, a la que ha venido evadiendo durante su administración a cambio de convertirse en un títere del gobierno del estado. Durante todo este tiempo se ha mantenido oculto y de pronto sale para decir que quizá podrá pagar salarios y aguinaldos, porque su escasa inteligencia y su precario humanismo le impiden percibir las obligaciones adquiridas en su protesta al rectorado.
Raúl Cárdenas debe entender de una vez por todas que tarde o temprano tendrá que pagar hasta el último centavo de sus adeudos y los trabajadores no le tendremos que agradecer; por el contrario, el insolente rector, si tuviera un poco de hombría y dignidad, estaría obligado a pedir una disculpa pública a todos los universitarios por el daño severo ocasionado a sus familias.
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