POR: Raúl Montes Polvorilla
Poco antes de que se anunciara la salida de varios personajes de la escena de sus propios partidos de origen, quien podría creer lo que estamos viviendo ahora. Para entonces el PRD era el que había roto con los estigmas de una traición ideológica poco difícil de concebir, cómo era posible que el referente más importante de la izquierda en este país tomara el camino de las coaliciones y de las alianzas con los grupos ideológicos más diversos, tomando el ejemplo de los últimos hechos y resultados europeos y algunos otros bloques políticos.
Para ser más exactos, en Chile, donde los frentes rindieron sus resultados y aún la ciudadanía de ese país espera sus frutos. Lo cierto y palpable para muchos, es que el PRD en este país, y particularmente sus componentes de izquierda más conectados (sus equipos), menos radicales asumen reflujos de acciones más moderadas, esto permite llevar al clientelismo electoral una propuesta más plural y aceptable, de interés ciudadano (Citadino), donde están los grupos potencialmente electorales.
Ahora, en todo caso, después del arribo a la palestra política a la que han subido a don Fausto Vallejo Figueroa, a las variantes más radicales de la izquierda como el PT, PES y quizás Morena, y Anaya a la alta modernidad de la izquierda con el PRD, ya nada puede sorprender al votante que está pendiente de esta gran crónica con miras al mes de julio de este 2018. Por ende, el votante está obligado a pensar positivo por lo grave de estas acciones de gran calado y que solo nos encajonan a pensar que los ciudadanos sean los únicos beneficiados y depositarios de estos inminentes resultados.
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