Entre Abogados te veas

Entre Abogados te veas

Por: Salvador Hurtado

Con perdón de mis amigos que son abogados, de la misma forma  para las y los jóvenes  que son estudiantes de  derecho esto incluye a mi nieta Vanessa que va a la mitad de esa carrera. Hay que mencionarlo no son todos pero si podemos asegurar que son los menos quienes hacen solemnidad a su ética profesional.  La opinión sobre los abogados en los cafés, en reuniones sociales, en los portales, en bares, en Iglesias, con el lustrador de calzado, en familia, es más casi en cualquier lado, coinciden al expresar que la mayoría de litigantes, son una maldición para el género humano instituida por Dios para la redención del hombre, porque pegan cada chinga a sus semejantes que después de pasar por sus manos a nadie le quedan ganas de volver a purgar la misma penitencia.

Cuando se tiene la desgracia de que un familiar, amigo o conocido tenga que enfrentar un conflicto que requiera de un profesional para su defensa, no falta una víctima por el lugar replicando su desgracia, no solo uno pues es común ver a muchos afligidos familiares por los propios pasillos de los tribunales que dicen conocer diversos ardides que los letrados utilizan para pedirles dinero a sus clientes. El colmo de los descaros el que la mayoría sean tan temerarios, al pedir dinero a las familias dizque para contribuir con el fiscal o a otra autoridad penal. Si bien hay antecedentes de gratificaciones y hasta de condenas en la Justicia, la mayoría de las veces el fiscal no está ni enterado de la gestión que termina en los bolsillos de esos inescrupulosos.

Hábiles y astutos los Lics, se mueven con cautela hasta que dan el zarpazo. Cuando ven a un cliente llegar a sus puertas les brillan los ojos y no lo sueltan hasta que los dejan como moscas después de servir de suculento banquete a una araña. Así como este animal envuelve a su víctima con su telaraña, así los abogados, artistas en la marrullería y el enredo, envuelven con su verborrea a su víctima hasta que la dejan más confundida de lo que llegó al despacho vampirezco de su verdugo. No por algo se dice que los abogados se van al infierno y su camino es el derecho.

Y ya se puede entender que en nuestro desgraciado e infortunado estado quienes dirigen la política, en su mayoría son precisamente abogados; ¡la Iglesia en manos de Lutero!, ¡que desgracia! ¿Por los poquísimos profesionistas de las otras ramas, pues hay contadores públicos, arquitectos, ingenieros, químicos o médicos  en puestos pero de segunda línea en la política del país? Claro que poquisisimos, porque de no ser así México dejaría de ser la organización del desmadre para convertirse quizá en el desmadre organizado. Quién sabe cómo podría ser, ya que difícilmente ¡casi imposible! El que contadores o ingenieros han sentado sus reales en la máxima silla, en manos la mayoría de las ocasiones de abogados ¡Qué barbaridad!

Los abogados enredan todo, por ello seguramente la cuenta pública nadie la entiende, ya que se requerirían años y años para que fuera posible desenredar la madeja; pero cuando eso pudiera hacerse, la acción penal, si la hubiera, habrá prescrito.

¡Dios guarde la hora de caer en manos de un abogado! Buenísimos para los centavos; por eso ha sido tradicional que el titular de las finanzas, se hace maniobrar tal vez oculto en la trastienda por abogados. ¿Quién podría hacerlo mejor? Sacan, meten, quitan, ponen, piden préstamos por aquí, pagan por allá, consiguen un crédito por este lado y pagan por el otro; en fin, traen el dinero de la Ceca a la Meca. Mueven millones y millones de pesos y nadie sabe a dónde fueron a parar; ¡si hasta parecen magos!

Es claro que habrá que ir a la vida eterna para hacer un recuento y poder apreciar exactamente cuántos abogados hay ahí. Si al momento de que San Pedro abra la puerta se escucha: “voy a presentar una demanda en contra del Señor ante el Tribunal de Apelación porque hubo una violación al artículo mil trescientos veintisiete del Código de la Gloria” es que hay ahí al menos dos, éste y lógicamente el de la defensa. Bueno, si es así, algo es algo.

La verdad no se cree que los responsables de impartir la justicia ignoren que se pide dinero para ellos, de no ser así, pues que hagan algo urgente pues estos vándalos han dejado en la ruina a miles de familias. Lo reñido con la ley es inducir a un engaño a través de un ardid, como toda estafa. En este caso, mentirle al cliente que el fiscal pide ese dinero para firmar la libertad, ¿o si sabrá el juzgador y recibe este tipo de componendas?. De ser cierto, entonces son cómplices.

Si el infierno es eso, un infierno, es porque ahí se encuentran tantos abogados discutiendo para ver si se ponen de acuerdo en si el fuego eterno tiene un fundamento legal o no, y en tanto unos quieren el lugar muy caliente, otros lo quieren medio y otros templadito. Pero pobres de los que lleguen sin ser abogados porque ya sabrán lo que es amar a Lucifer en tierra de los demonios.

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