POR: Juan Guevara Mendoza
*La corrupción y opacidad al frente de la Casa de Hidalgo lo dejan mal parado
Raúl Cárdenas afirma que desde el mes de enero se encuentra realizando intensas gestiones ante la federación y el gobierno del estado, con la finalidad de obtener recursos extraordinarios para cumplir los compromisos salariales con los trabajadores académicos y administrativos de la UMSNH. Hasta el momento, los resultados han sido adversos a las supuestas súplicas del rector debido a la precaria capacidad de gestor del “Chapingo Boy”, o bien, a la falta de confianza que existe hacia una administración que opera en la opacidad financiera, pese a la transparencia que tanto presume.
Para Cárdenas Navarro es cómodo declarar que el presupuesto se agotó y que ya no habrá recursos para pagar las nóminas de las plantillas laborales, porque esta problemática no lesiona la economía del rector y los funcionarios que cobran cientos de miles de pesos por su trabajo deficiente, mientras los empleados ven severamente afectado el sustento de sus hogares por una crisis generada por la corrupción universitaria.
Los procedimientos estratégicos de la rectoría y sus gestiones se reducen a unas cuantas fotografías publicadas en la prensa, donde Raúl Cárdenas muestra su sonrisa nerviosa, posando al lado de altos funcionarios federales. Tal parece que de nada han servido los lloriqueos del rector, mostrando los avances académicos de la institución, pero sin transparentar el presupuesto ordinario y sin la rendición de cuantas a la que está obligada cualquier instancia que maneja recursos públicos.
Ante la falta de cuentas claras, la rectoría pretende convencer al gobierno federal que la Universidad Michoacana es una de las mejores instituciones públicas de educación superior y de eso no cabe la menor duda, pero el verdadero problema no estriba en la calidad educativa, sino en la corrupción que existe en el seno de la Casa de Hidalgo, donde las últimas administraciones se han servido a manos llenas de los dineros que ingresan a sus arcas nicolaitas, produciendo más allá de los profesionistas egresados, una nutrida horda de nuevos millonarios que concluyen cada rectorado con sus cuentas bancarias engrosadas a costa del dinero público.
Raúl Cárdenas tiene el cinismo de lavarse las manos y declarar que el presupuesto está a punto de agotarse y que ya no se podrán cubrir los salarios de los empleados administrativos y académicos, mientras los funcionarios persisten con sus pagos estratosféricos y el derroche de recursos es un hábito cotidiano en la Universidad Michoacana, donde el humanismo de la rectoría consiste en el desfalco de dinero público a costa del sufrimiento de los trabajadores que hacen posible el adecuado funcionamiento de la institución.
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