Por Salvador Hurtado
Según las reglas del público conocedor amante de la buena música y de la magistral actuación, los artistas, los famosos, o cualquiera que posea las mejores reacciones de admiración, reconocimiento y respeto, se deben a la gente que los alzó en sus brazos y les aplaudió la existencia. De otra forma, se convierten en unos reverendos mamónes. Quienes alcanzaron el estrellato deben acatar las reglas para tener a las personas que pagan boleto, de otra forma se les estigmatizara como payasos, unos alzados Narcisistas, presumidos, ególatras, vanidosos, pedantes, megalómanos, arrogantes, soberbios, engreídos. Fanfarrones. Características que comparten muchos de los nombres de la cultura y las artes a lo largo de la historia, pero que en el siglo XX encontraron su época de oro, tal vez porque la era de las comunicaciones se convirtió en el megáfono perfecto para que un ejército de bocones se pavonearan y le vean la cara de ignorantes a la gente.
Una celebridad de corte mundial como el actor Brad Pitt hizo una demostración de sencillez y él porque es uno de los actores más admirado en el mundo, ocurrió en la ciudad de México. Desde que se anunció la llegada de Brad Pitt a México para grabar escenas de su nuevo filme dentro de la Fórmula 1, quienes asistirán al evento sabían del importante momento de ver a la estrella de 60 años cerca de ellos, y superando las expectativas el galán de Hollywood confirmó su simpatía y se “robó” los corazones del público.
Vestido con la clásica vestimenta que los corredores usan como traje, el actor de ‘Troya’ tras sus escenas que gravo para un filme regresó a la pista y tomó entre sus manos la bandera mexicana, mientras saludaba a la audiencia que, extasiada, aplaudió su presencia en la pista. Aplausos, chiflidos, gritos de amor y la clásica y poca original “Brad hermano, ya eres mexicano” sonó desde los asientos de los asistentes, quienes tuvieron como regalo ver en acción a la estrella hollywoodense.
Conservar los pies en la tierra siendo una estrella no debe ser fácil, tener (casi) todo: fama, fortuna, distinción, elegancia, es para “inflamarle” el ego a cualquiera. Sin embargo, es importante tratar de recordar que, al fin y al cabo, son seres humanos como los demás. Mientras que hay famosos como Brad Pitt, Al Pacino, Paul McCartney y muchos otros que tienen fama de sencillos y accesibles porque no se han dejado impresionar por lo que hay a su alrededor, existen otros que, incluso para los estándares de Hollywood, son insoportablemente arrogantes y se tienen muy bien creído aquello de que son la última botella de agua en el desierto.
Caso contrario el del Puertorriqueño Luis Miguel llamado por aduladores el sol de México, es un hombre que a pesar de su talento interpretativo, ha sido duramente criticado por años debido a sus actitudes y personalidad arrogantes, teniendo comportamientos que han molestado incluso a sus más leales fans pues, no suele disimular cuando algo le molesta.
El cantante ha sido sumamente inaccesible para quienes no forman parte de su círculo social y es prácticamente imposible acercarse a él, sus fans saben que es un hombre que guarda su distancia y que, incluso en sus presentaciones en vivo, no interactúa mucho con su público. La prensa ha condenado su forma de actuar sobre todo que los trae corriendo tras él y sin la menor consideración, los ignora.
Otro ejemplo el de Alejandro Fernández quien se molesta con el público por no cantar sus canciones. El incómodo momento se dio hace tiempo mientras cantaba la que podría ser su canción más conocida, “me dediqué a perderte”, durante una parte de su interpretación le pidió a la audiencia que cantara el coro de la canción, obteniendo una reacción inesperada pues no muchos entonaron la letra. Ante esto, el cantante se mostró un tanto molesto e insistió al público que cantaran con más fuerza, algo que, desafortunadamente no ocurrió, por lo que le siguió un reclamo de parte del cantante quien además, amenazo a su público:
“¿Van a cantar o no van a cantar? porque si no, yo también me voy a meter ya”, fueron las palabras del también conocido como el potrillo.
Recientemente, la cantante Ángela Aguilar pasó por una situación similar en la que su público no se sabía sus canciones y ella decidió salir del escenario en respuesta a ello, ahora Fernández está siendo comparado con la joven, estando acusado de tener una actitud inmadura y arrogante con sus fans. Sobre las desafortunadas situaciones que ha tenido que enfrentar Pepe Aguilar por defender a su arrogante hija, inclusive con palabras retadoras el pobre al tratar de defender lo indefendible, está pagando con creces pues el público se ha venido alejando de sus presentaciones.
Lo que de verdad es una vergüenza es que los empresarios de la farándula en México contraten a extranjeras altaneras, groseras y desagradecidas que no son nada amistosas en algunos casos ninguneando a la gente porque se sientan divas desfavoreciendo a otras de su mismo círculo. Es más injurian a la gente de casa como vienen haciendo las cubanas Niurka Marcos y Livia Brito por mencionar solo a dos, pero existen más hombres y mujeres que no han sido para nada agradecidos por la oportunidad de obtener fama, fortuna y glamour por culpa del malinchismo de los encargados en la industria del espectáculo nacional.
Los que si se pasan de la raya y que inexplicablemente arrastran a jóvenes que son capaces de empeñar los aretes de su progenitora por asistir a esos dizque conciertos de cantantes que más bien parece que esbozan, esos que sin voz ni tono se dedican a lo que llaman música urbana al rap, al hip hop, al reggaetón y otros vulgares ritmos que son una música mediocre sin mensaje que solo buscan ganar dinero, es una ponzoña. Da pena por la música latina. Hay que saber diferenciar, la música meridional es muy rica: hay baladas, pop, instrumental, ballenato, cumbia, ranchera, norteña y otras más; eso sí es increíble y que no se disfrute peor.
Obviamente y para concluir; en la política también se cuecen habas y son la gran mayoría los que sobrellevan de arrogancia y que al pueblo engañan y eso se da en todos lados, por mencionar un ejemplo en esos farsantes marrulleros que se dicen de izquierda pero cobran millones de pesos con la derecha, se han enriquecido gracias a los miles de chanchullos que han realizado vendiéndose como meretrices al que les dé más, aunque tengan que arrodillarse sin dignidad, existen esos personajes que son vomitados hasta por sus amigos. Ricardo Monreal por ejemplo, que finge el tono de voz porque se imagina que así habla un prócer de la patria; o Ignacio Mier y otros tantos patanes por allí que creen que la falta de inteligencia se puede sustituir con arrogancia y con disfraces. Cuidado; La arrogancia es una enfermedad que no distingue corrientes ni partidos, clases sociales, es más ni a los actores ni cantantes.
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