POR: Efraín Barrera Medrano
No Pedirle peras al Olmo es una frase que se arraigó en el léxico cotidiano de los mexicanos a través de los siglos, cuyo significado es algo así como no encontrar algo si lo buscas donde no existe o si se lo pides a quien no lo tiene.
La elección interna de MORENA para elegir consejeros nacionales y estatales fue un éxito político en términos de convocatoria; sin duda gracias a la cantidad de beneficiarios de los programas sociales que impulsa el presidente AMLO y que naturalmente está siendo aprovechado por el partido que el fundó; se apreciaron largas filas sufragando.
Sin embargo, para los que somos de izquierda y venimos de atrás y de lejos, las zacapelas y cochupos que testificamos solo fue un refrito de la película que ya vimos muchas veces en los últimos 30 años. Una de los principales problemas de la izquierda ha sido históricamente la incongruencia; las banderas de lucha, siempre fueron y siguen siendo el combate al fraude electoral, al dedazo y la antidemocracia de los partidos corruptos, pero solo en el discurso, porque en los hechos parece pandemia.
por ejemplo; el PRD incursionó a la arena política nacional hace 33 años, con sus novedosa herramienta de consulta directa a los ciudadanos como una respuesta al presidencialismo y a la imposición de candidaturas por dedazo, que era una práctica consuetudinaria del régimen priista ( irónicamente hoy como oposición se queja de lo mismo); ante tal apertura, aparecieron los mercenarios y oportunistas que lograban colarse como candidatos, por encima de los liderazgos del partido construidos a pico y pala.
Esto encendió las alarmas perredistas y las convocatorias comenzaron a estrecharse, cuando la consulta se redujo solamente a militantes afiliados aparecieron los agandalles de las corrientes internas, apareció el dinero a raudales; los acarreos y compra de voluntades se profundizaron, los chantajes y las escaramuzas por candidaturas o por controlar los órganos de dirección se convirtieron en sello de la casa; cada proceso interno era un episodio de crisis política que generaba un desgaste en términos de imagen pública.
con la justificación de frenar esa inercia de indisciplina y deterioro que ya estaba repercutiendo en el ánimo de los electores, se cerró más la pinza y se centralizo a convenciones, con esta estrategia tampoco se solucionaron los agandalles y las corrientes terminaban más confrontadas protagonizando escaramuzas, lo que provoco después del 2012 la huida de liderazgos importantes y finalmente termino en los brazos de EPN con muerte cerebral.
Lo que vimos el 30 y 31 de julio fue consecuencia natural de 2 factores fundamentales; el esquema de organización de la elección de MORENA estaba diseñado para el acarreo, por ingenuidad o calculo, de la comisión de elecciones del partido; no es posible que “la buena fe” los haya llevado a creer que 542 módulos fueran suficientes para captar la votación de más de 2500 municipios en el país y muchos de ellos a horas de distancia de las casillas, también, hay que considerar que una elección interna de esta naturaleza no despierta el mismo interés de una constitucional y la única forma de resolver era mover a los votantes; eso genera gastos que solo pueden ser costeados por los involucrados; peyorativamente a eso se le llama acarreo (otros lo llaman traslado)
No trato de minimizar las mapacherías que fueron documentadas por la prensa en Tacámbaro y otras entidades de Michoacán y el país; al igual que lo que sucedió en el PRD en su momento,mercenarios electorales metieron la mano peluda hasta el codo, para incidir en los órganos de dirección del partido e intentar perfilar candidatos a modo en el proceso del 2024.
Por las evidencias parece que el desaseo se registró en todos lados; sin embargo, solo de aquellos casos donde se operó con ingenuidad se tuvo registro. Hoy en día, la membresía guinda es la más cotizada y todos quieren entrar; algunos, por cierto, quieren el poder con propósitos diferentes a su doctrina de la 4T.
Hay que recordar, que la mayoría de los dirigentes de MORENA vienen de varios partidos algunos con ideologías diferentes, que fueron semilleros de Mapaches y que ahora están provocando disturbios aprovechándose de la “buena fe” del partido. Mi abuelita decía en puerta abierta hasta la más justo peca.
Si el proceso no fue diseñado ni cuidado por la dirigencia nacional para cerrarle el paso a este tipo de prácticas por demás anacrónicas y antihigiénicas; ¿cómo pedirles a los participantes que no acarrearan votantes si el proceso traía fallas de origen y no daba para más? No se le puede pedir peras al olmo.
Sin embargo, hay que matizar los hechos; una cosa es el acarreo y otra muy distinta las amenazas, el embarazo de urnas, Ratón loco, el carrusel, la intimidación, el hostigamiento y cooptación de voluntades, que, aunque son agravantes que se registraron, parece que no pasara nada.
es de suponer que muchos de los votos cuantificados y dados por validos no son legítimos, como tampoco lo son los consejeros electos; anular únicamente aquellos distritos donde se conocieron marrullerías solo le alcanzara a MORENA para lavarse la cara, pero no las axilas.
Existe otro aspecto aún más sombrío y digno de un profundo análisis: la voluminosa captación de votos. los dirigentes nacionales de MORENA aseguran que se instalaron 542 módulos de votación en todo el territorio nacional, con participación promedio de 2 millones 800 mil mexicanos, eso significa aproximadamente 5166 votos por modulo en jornadas de 9 a 5 de la tarde, lo que se traduce en 8 horas; 480 minutos y 28800 segundos; es decir 10.7 votos por minuto; lo que equivale a un voto cada 7 segundos. ¡Que alguien me explique!
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