Por Fuensanta Pérez Orona
Las últimas estadísticas reportadas por el Banco Mundial en 2018 reflejaron que México cuenta con 126. 2 millones de habitantes, de los cuales 60 por ciento labora en el sector informal; esto significa que más de 75 millones deben buscar cómo ganarse la vida vendiendo en mercados ambulantes o trabajando en casas, laborando sin prestaciones y sin ningún seguro o garantía de que lo que ganen en el día pueda alcanzarles para vivir dignamente, en la incertidumbre de si tendrán ingreso al día siguiente para el sustento de sus familias.
Pero las cosas se agravan. En tres meses, en el contexto de la pandemia, se han perdido un millón de empleos formales, de los registrados en el IMSS, pero en el sector informal se perdieron 12.5 millones (El Financiero, 1 de junio), lo que nos da un total de 13.5 millones de personas que han quedado sin fuente de ingreso. Un verdadero desastre en el empleo, y una expansión de horror en la pobreza de millones de familias que se quedan sin fuente de ingreso honrado.
Eso no es todo, un factor, no la causa última, de esta tragedia, es la pandemia que azota al mundo, y a México con particular dureza, pues somos uno de los países con peores condiciones de alimentación, lo que conlleva, naturalmente, que sus habitantes sean más vulnerables a contraer enfermedades, eso por un lado; por otro, está la casi nula acción del gobierno por generar mejores condiciones y apoyos para que las personas en situación de vulnerabilidad puedan sobrellevar la crisis, teniendo comida y preservando los servicios básicos en sus viviendas, como agua, luz, etc. Agréguese a esto que en días pasados López Obrador, en el colmo de la crueldad, o más bien, en sangrienta burla a los pobres, les indicó que deben alimentarse de frijoles y maíz, recomendación ultrajante para los pobres: es el presidente deseándoles que sobrevivan con una dieta de hambre, ¡y que así sean felices!
Las cosas se tornan más graves aún para el pueblo, con la bárbara estrategia de manejo de la pandemia aplicada por el gobierno de la 4ª Transformación, consistente en el regreso a la “Nueva Normalidad”, política verdaderamente criminal, porque causa más fallecimientos todavía, y ha provocado que en los 20 días de haberse puesto en práctica, México se haya posicionado en sexto lugar mundial con mayor número de defunciones por coronavirus, con un total de 20 mil 394, y en sexto lugar con mayor número de casos confirmados. En lo que va del mes la cifra se ha cuadruplicado pasando de 42,595 el 20 de mayo, a 170 mil 485 el día de hoy (20 de junio).
Este lúgubre panorama enfrenta hoy nuestro pueblo; en estas condiciones los trabajadores están siendo, irresponsablemente, obligados a retornar a sus trabajos sin seguridad alguna que pueda garantizarles evitar el contagio y, posiblemente, la muerte. Pero no puede menos que sorprender que estas cifras, que alarman y escandalizan a cualquier persona con un poco de sensibilidad, al señor presidente no le hacen ni cosquillas; le tienen sin cuidado. Por ignorancia o, peor aún, por ligereza, o por ambas razones combinadas, ha iniciado sus giras en varios estados del país, jugando con la salud y la vida de los mexicanos, diciendo que, para evitar el contagio, solamente es necesario “no mentir, no robar y no traicionar” ¡vaya presidente que nos hemos echado a cuestas!
Un gobernante soberbio, que cree tener siempre la razón y cataloga como enemigo de la patria a quien lo contradiga, recorrió varias entidades en una semana de gira, que esperaba triunfal pero le resultó bastante desafortunada, pues la noticia no fue él, sino las manifestaciones con que lo recibieron en Veracruz, Tlaxcala, Puebla, Hidalgo y Morelos; en este grito de protesta, junto a otros grupos sociales lastimados por la política de López Obrador, ondeó la bandera del Movimiento Antorchista, enarbolada por colonos, campesinos, amas de casa y estudiantes, que salieron a protestar y exigir que el presidente cumpla con su deber y trabaje realmente para cumplir sus promesas de llevar bienestar a las familias, y “primero los pobres”; que deje de ignorar las necesidades de la gente y tome en serio la situación dolorosa que la población padece; de no ser así, ese mismo pueblo que lo colocó en la silla, en 2021, en la elección intermedia le quitará el control de la Cámara de Diputados que utiliza para imponerse. Señor López Obrador, por su maltrato a la gente, por su política soberbia e insensible con los pobres, seguramente en las urnas encontrará la respuesta. Que conste.
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