Raúl Cárdenas entregó la autonomía de la Casa de Hidalgo a las garras de un voraz gobierno lleno de rencor a empleados

Raúl Cárdenas entregó la autonomía de la Casa de Hidalgo a las garras de un voraz gobierno lleno de rencor a empleados

POR: Juan Guevara Mendoza

La mediocridad y el servilismo de Raúl Cárdenas Navarro hacia Silvano Aureoles es incondicional y no resultaría extraño ir a la casa de la curva y encontrarlo vestido de mayordomo, sirviendo a su amo y protector. Ese tipo de situaciones son las que han convertido a la UMSNH en un territorio sin ley, donde la impunidad y el abuso constituyen el diario acontecer de los universitarios.

El rector vive embelesado, ostentando el cargo que tanto buscó y obtuvo sin más mérito que su dócil actitud para entregar la autonomía universitaria a las garras de un gobernador voraz y lleno de rencor hacia los trabajadores, que lo único que hicieron fue abrirle las puertas de la institución, cuando Salvador Jara le había negado la entrada.

La personalidad voluble de Cárdenas Navarro es sumisa ante el poderoso, pero déspota y prepotente con los trabajadores, que lo único que piden es respeto por sus derechos salariales, que han sido mermados de manera abusiva y burda por la actual administración universitaria, integrada por una jauría de chacales dispuestos a hurtar de manera descarada el presupuesto destinado al pago de nóminas, previamente etiquetado.

Con respecto a la “Estafa Maestra”, no existen avances, ni siquiera nombres que exhiban a los responsables de los desfalcos cometidos al patrimonio nicolaita, porque la supuesta transparencia cacaraqueada por el rector, solo es una falsa lección de moral para continuar evadiendo la acción de la justicia y lejos de presentar a los culpables, Raúl Cárdenas y sus hombres grises, se han convertido en cómplices de las administraciones anteriores, porque pertenecen a la misma cloaca inmunda que tanto daño ha ocasionado a la institución.

El rector dice tener una agenda repleta de compromisos, pero ha desatendido los asuntos más trascendentes para la Universidad, rehuyendo en todo momento cualquier encuentro con los trabajadores, porque sabe que carece de argumentos para responder los cuestionamientos de los sindicalistas, con quienes no se atreve a reunirse desde hace meses, a pesar de que la Ley Orgánica de la institución lo obliga a ello.

Sería ocioso buscar la remoción a través de la nada honorable Comisión de Rectoría, porque los miembros que la integran viven maiceados en un estado de confort, disfrutando las mieles del presupuesto, con sus hijos bien acomodados en calidad de aviadores o en lugares estratégicos, manejando recursos sin entregar cuentas a nadie.

Así está la institución de la que Cárdenas se siente dueño, por eso no vacila cuando se arrastra en casa de gobierno, porque sabe que su riqueza está asegurada y no importa entregar la dignidad a cambio de un futuro colmado de lujos, pero sin calidad moral para mirar a sus hijos a la cara.

 

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