Día de muertos y muertos todos los días

Día de muertos y muertos todos los días

POR: Fuensanta Pérez Orona

Terminó la tradicional celebración del Día de Muertos en todo México; a lo largo de los primeros días del mes de noviembre pudimos ser testigos de gigantescas ofrendas con miles de flores, tapetes de kilómetros, desfiles de catrinas, cientos de velas en los panteones, la comida tradicional de esa época y muchas cosas más, todo esto, con la finalidad de recordar a quienes se nos han adelantado en este camino.

Este tipo de celebraciones en México son una forma de rendir homenaje a través de actividades que se realizan para recordar a familiares y amigos y hacer válida la máxima de que solo muere quien es olvidado; pero a pesar de todos estos sentidos festejos, donde por un día la muerte no es tan mala, se deja de lado los otros 362 días del año, donde ésta, aparece todos los días en medio de la tragedia y el dolor.

Todos los demás días del año, la muerte con sus manos huesudas y su aliento frío acaricia la nuca de millones de mexicanos; cada día muere gente por hambre, por falta de atención médica digna; muere por no tener una casa con los servicios indispensables; muere por enfermedades curables, y sigue muriendo por Coronavirus.

Nuestro país continúa registrando cifras de horror. Según el portal de Forbes.com, aumentó la pobreza, alcanzando ya, oficialmente, al 44 por ciento de la población, es decir, pasó de afectar a 51.9 millones a 55. 7 millones de personas. Y la pobreza, ocasionada por la injusta repartición de la riqueza, en México y el mundo entero, es la causa principal de todos los males que aquejan a nuestro pueblo. Es completamente falso, como ya se ha demostrado en repetidas ocasiones, que la culpable sea la corrupción, tesis que el gobierno de la Cuarta Transformación, encabezada por Andrés Manuel López Obrador, sigue empeñado en defender.

Ahora bien, la pobreza trae consigo como secuela otras mil desgracias, como el incremento de la inseguridad, del hambre, la pandemia; todas ellas, irremediablemente entregan a sus víctimas en brazos de la muerte.

Para nadie es novedad que el incremento de la delincuencia ha registrado también un alza notable, algo que miles de familias mexicanas sufren en carne propia día con día, o bien conocemos a alguien que la ha padecido; aquí, los datos también son terroríficos: según reporte del Instituto para la Economía y la Paz (IEP), en 2020 hasta dos tercios de las muertes ocurridas en el país estuvieron relacionadas con la delincuencia organizada; el informe mostró también que hubo un aumento de 84 por ciento, pasando de 15.1 muertes por cada 100 mil habitantes en 2015 a 27.8 en 2020.

El hambre es otro de los grandes males que nos aquejan. Datos del portal El Financiero muestran que la población que padece hambre va en una sostenida tendencia alcista; esto quiere decir que aumenta año tras año, y los datos no mienten; este mismo portal informó que en 2014 la población que padecía hambre representaba el 4.1 por ciento, porcentaje que incrementó al pasar al 7.1 en 2019 y al 12.3 por ciento en 2020. Este incremento ha sido también estudiado por el INEGI, que indicó que al año mueren aproximadamente 8 mil 500 personas a causa de la desnutrición, y de ese total, un promedio de 850 tenían menos de 5 años de edad.

Pero hay todavía más. A pesar de que la pandemia por coronavirus no ha dado tregua en el mundo, se ha comenzado a bajar la guardia con las medidas sanitarias, lo que ha provocado que México registre ya, al 3 de noviembre, 288 mil 413 muertes por esta causa, y tenemos aún 347 mil 702 contagiados. Todo parece indicar que la política del gobierno federal consiste en negar un apoyo verdaderamente significativo para las familias más humildes, dejándolas en un abandono tal que las deja a merced de la pobreza y frente a la pandemia, esperanzadas en la supuesta “inmunidad de rebaño”.

Así que, no importa cuántos mexicanos han muerto, ni cuántos morirán en los meses siguientes por cualquiera de las causas ya mencionadas; aquí parece importar más decirnos que celebremos a quienes ya no están, que ayudar a los pobres a disfrutar una vida digna, aunque sea para sobrevivir en este mundo, frente a la amenaza diaria de muerte que se cierne sobre los trabajadores y la gente más humilde.

México pues, se ha vuelto un país que celebra a los muertos en una sola fecha, pero que todos los días del año suma a ese festejo a miles de hombres, mujeres y niños que fallecen debido al mal gobierno y a las casi nulas oportunidades de vivir. La muerte es algo siempre presente en la vida y es inevitable; pero también se ha convertido en una de las acompañantes preferidas del país.  Necesitamos un gobierno que verdaderamente luche de la mano del pueblo, y se suelte de la mano de la muerte.

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