POR: Mario Iván Paz

*Silvano Aureoles presume de llevar un excelente manejo de la pandemia y se infecta

La nueva modalidad que estamos viviendo es una cruda realidad que nos ha arrebatado la oportunidad de convivir con la familia y los amigos; pero es despreciable la actitud de algunos funcionarios en Michoacán, que han utilizado la situación para esconderse y evadir la responsabilidad por la que cobran salarios suculentos.

Silvano Aureoles Conejo se ha jactado en los últimos tiempos de su “excelente manejo de la pandemia”; sin embargo, dice estar infectado del virus contenido con maestría, según el mandatario. Sí no ha logrado evitar la enfermedad en su persona, que podemos esperar los michoacanos.

En el caso de la UMSNH, la rectoría ha obligado a los trabajadores a desempeñar sus funciones cotidianas, sin tomar las medidas mínimas para evitar el riesgo, como una muestra más del carácter intolerante y déspota de Raúl Cárdenas Navarro, que una vez más ha demostrado que le importa un bledo la seguridad de su plantilla laboral.

Todas las indicaciones del rector, hacia el personal administrativo, se han girado mediante oficios, porque el “Chapingo Boy” permanece oculto para evitar cualquier contagio, pero sobre todo, para soslayar la opinión pública que tanto le incomoda cuando es cuestionado en asuntos que no ha sabido responder.

Raúl Cárdenas se ha dedicado a tirar la piedra y esconder la mano, porque su cobardía no le dota del carácter necesario para afrontar el caos que ha provocado al interior de la Universidad Michoacana, en materia laboral y judicial. Tarde o temprano tendrá que responder ante la justicia por todos los delitos cometidos contra en patrimonio de los trabajadores universitarios y no existirá pandemia ni instancias legales que sigan ocultando sus actos delictivos.

La corrupción es el principal mal que aqueja a la nación y muy pronto no existirá escondite que resguarde a los corruptos que se ocultan de la acción de la justicia, porque los aliados que se han encargado de protegerlos, estarán buscando librarse de sus actos de ruindad.

Raúl Cárdenas sabe que ha traicionado el juramento de su toma de protesta y su felonía lo ha dejado sin autoridad moral para mirar de frente a su comunidad; por eso se mantiene oculto como las ratas que huyen cuando sienten el peligro. No es la pandemia lo que ha dejado a la institución con un rectorado virtual, sino el temor de enfrentarse con una realidad que no le favorece.

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