“Vengan benditos de mi Padre porque estuve enfermo y me visitaron…” (Mt. 25, 34-36). Con ocasión del Día del Médico (-23 de octubre)- felicito y reconozco la vocación y profesión de todos los médicos. Ser médico, no sólo implica conocimiento, sacrificios y noches de desvelo, sino una vocación que muchos de ellos la asumen con verdadero compromiso, haciendo honor al juramento hipocrático, así lo expresó en rueda de prensa el obispo auxiliar de la Catedral de Morelia, Juan Espinoza Jiménez.
En esta ocasión dijo, manifiesto mi reconocimiento y gratitud a todos los profesionales de la sanidad que, con su dedicación, cercanía y profesionalidad a las personas que padecen una enfermedad, se convierten en verdadera personificación de la misericordia. La identidad y el compromiso del médico no sólo se apoya en su ciencia y competencia técnica, sino principalmente en su actitud compasiva —padece-con— y misericordiosa hacia los que sufren en el cuerpo y en el espíritu. La compasión, es de alguna manera el alma misma de la medicina. La compasión no es lástima, es padecer-con.
Comentó que la salud es uno de los dones más preciados y deseados por todos, por ello aseguro mi aprecio a todos los médicos por el esfuerzo que realizan para dignificar cada día más su profesión y para acompañar, cuidar y valorizar a los enfermos, en ellos se oculta el Cristo sufriente, ustedes tienen la dicha no solamente de sanar al enfermo sino de limpiar el rostro de Cristo doliente. A todos aquellos que se dedican a la medicina, a los estudiantes universitarios que aspiran llegar a ser médicos, a todas las instituciones civiles y médicas, aseguramos nuestra oración por ustedes y sus familias, pues ellas les acompañan directamente en la vocación del o de la médico, que es una verdadera vocación al servicio y cuidado de los más desprotegidos. Prepárense lo mejor que puedan para contribuir al bienestar de tantos enfermos que encontrarán en su camino. ¡Felicidades a todos los médicos!.
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